por Rosa Calderón
La expectativa y la disposición para ser enseñado por la palabra de Dios son factores determinantes en el crecimiento de un hijo de Dios en nuestra relación con nuestro Padre celestial, por eso es necesario que nos abramos a lo nuevo que el Señor trae a nuestras vidas por medio de su palabra.
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Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?
Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.
Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
Mateo 6:25-34
Es muy fácil que nos preocupemos por las cosas por venir, por lo que aun no es, pero la preocupación trae consecuencias negativas a nuestra emocional y hasta afectar nuestra salud, porque sus consecuencias son insalubres
En el pasaje Jesús nos dice que no nos preocupemos por cosas materiales, que de por sí, el Padre nos ha prometido, como el vestido, la comida por medio de su bendición y provisión. También nos dice que no nos preocupemos por cosas que no podemos cambiar, las cuales solo debemos aceptarlas porque son parte de su voluntad para nosotros.
El afán, las preocupaciones y la ansiedad, atraen estrés y tensión en nuestro cuerpo, hace que las defensas se nos bajan, desgasta nuestra esperanza (la habilidad que hace que podamos esperar lo que viene con certeza de que viene) de un futuro bueno, y es realmente desgastante y consume nuestras energías, merma nuestra productividad, afecta mis relaciones con los demás, reduce mi capacidad de confiar en Dios.
Las preocupaciones que tenemos y cuanto nos entregamos a ellas pueden ser un buen termómetro para medir nuestra dependencia de Dios y la capacidad que tengamos para confiar en él.
Generalmente las preocupaciones y las ansiedades vienen de cuando nos anticipamos al futuro con temor del mismo, augurando cosas, por lo general malas, que aun ni siquiera han sucedido y no hay certeza clara de que sucederán de esa manera, pero el temor de que sucedan nos hace estar seguros de eso.
La angustia y la preocupación nos inmoviliza, en cambio la ocupación nos mueve a la acción.
Pero si en cambio tomamos sus promesas como ciertas y anulamos esas preocupaciones con la certeza de que lo que Dios nos ha prometido se cumplirá, si en cambio de perder tiempo y fuerzas pensando en lo que viene, tomamos de su carácter por medio de su palabra en nuestras mentes y corazones, entonces su carácter se puede formar en nuestras vidas para que podamos afrontar un futuro con confianza en que él hará aquello que nos prometió, que él es quien dijo que es, nuestro Padre quien nunca nos abandonará
Si en medio de las preocupaciones nos consumimos por resolverlas primero antes de confiar debemos revisar nuestras vidas y nuestra relación con Dios y asegurarnos que él tiene el primer lugar en todos los aspectos de nuestra vida.
Planear para el mañana y confiar en la dirección de Dios es tiempo bien invertido y la acciónmas sensata que podamos hacer para llegar al futuro que anhelamos para nuestras vidas y los que está con nosotros, nuestros hijos y padres. Pero el que se preocupa es asaltado por el temor, le cuesta confiar en dios, deja que sus planes interfieran en su relación con Dios, cuando nos afanamos y nos preocupamos torcemos nuestra relación con Dios.
7 motivos para no estar preocupados
1- El mismo Dios que creó la vida, puede encargarse de los detalles que componen nuestra vida.
2- La preocupación sobre el futuro estorba los esfuerzos del presente.
3- La preocupación es más dañina que provechosa.
4- Dios no olvida a los que dependen de él.
5- La preocupación es señal de falta de fe y entendimiento de quien es Dios.
6- Hay metas que Dios quiere que alcancemos pero la preocupación lo impide.
7- Vivir el Día de hoy me libra de ser consumidos por la preocupación.
Oración
En el nombre de Jesús, a partir de hoy voy a confiar en las promesas de Dios para mi vida y voy a poder afrontar el futuro tomado de la mano de mi Padre, quien nunca me abandonará ni me desamparará, porque él así lo ha prometido.
Leer
Hebreos 13:5-6
Josué 1
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